miércoles, 25 de agosto de 2010

Viejas compotas que no dan respiro…

Hola amigos, en esta entrega que se viste de gala daremos comienzo a la excelentisima, nacional y popular sección ¨Se lo dice un compañero¨, en la cual se realizaran posteos enviados por nuestros lectores interesados. Renovamos la invitación para aquél que tenga ganas de enviarnos el suyo.
Ahora si, pasemos a lo que nos trae, que lo disfruten:





¨Viejas compotas que no dan respiro…¨









Cuando una palabra, un concepto, una idea tiende a aparecer sistemáticamente en el discurso de un candidato político llama nuestra atención y nos pone a reflexionar sobre los mismos. En este caso, una idea presente la campaña presidencial de Eduardo Duhalde despertó mi interés y motivó estas líneas: es la idea de la “armonía social”.
La perorata duhaldista de un “crecimiento sin conflictos”, de una “Argentina unida” que se ha convertido en su caballito de batalla (electoral) es el discurso típico de la derecha política no solo en nuestro país sino a lo largo y ancho del mundo. Pero centrándonos en la realidad más cercana –que me hará ignorar por un momento que Hitler también llego al poder en 1933 prometiendo la armonía y la unidad de Alemania- quisiera mostrar que son los mismos argumentos que aparecen en las arengas y sermones de dos de las instituciones más rancias del país: la Sociedad Rural y la Iglesia Católica.
Duhalde y el arco de la derecha política e ideológica, adonde también podríamos incluir el discurso de los diarios tradicionales, utilizan estas ideas y conceptos para criticar el gobierno kirchnerista al responsabilizarlo de la conflictividad social en la Argentina. La promesa de la armonía social parece ser una especie de conjuro contra las divisiones y contradicciones que la sociedad ha desplegado más abiertamente en los últimos años.
Pese a que no es errada la percepción de Duhalde de una sociedad aquejada por la lucha política y social, algo huele mal en toda esta cuestión y entonces es necesario desenterrar los marcos teóricos e ideológicos que sustentan estas concepciones. Allí es donde encontramos el “muerto”: la noción de que la sociedad es un ente esencialmente armónico y que por lo tanto el conflicto es un fenómeno exógeno a la misma.
Ya Karl Marx y todos los pensadores que han retomado y desarrollado su pensamiento hasta nuestros días reconocen que esto es una falacia: la sociedad capitalista moderna consta de dos clases que se enfrentan en el terreno de la producción y, en la medida de lo posible, también en el terreno político por el reparto de la riqueza social. Desde esta postura, vemos que nunca puede haber una sociedad donde reine la calma y la concordia: el conflicto es la esencia misma de la sociedad y ésta se reproduce a través del antagonismo.
Negar este hecho y proponer en cambio que la sociedad es naturalmente armónica y el conflicto es un fenómeno exterior tiene, creo yo, por lo menos dos fundamentos teóricos reconocibles. Por una parte, el marco teórico del liberalismo clásico: la idea de que la sociedad es un conjunto de individuos aislados que se relacionan a través del mercado. En esta matriz liberal, el mercado dejado a su arbitrio y actuando libremente (la mano invisible como la llamaba Adam Smith) podría generar automáticamente la concordia social al satisfacer todas las necesidades e intereses de los individuos. Por otra parte, el conservadurismo: desde esta matriz ideológica se piensa a la sociedad como un todo orgánico, como un cuerpo en el cual cada una de sus partes cumple una función. Es un marco teórico que ve su ideal no en la sociedad industrial sino en la sociedad medieval unida por los lazos que vinculaban a la aristocracia con los campesinos siervos. Desde este punto de vista la sociedad funcionaría armónicamente en tanto que lo hiciese a través de los lazos de dependencia tradicionales: las clases dominantes gobiernan a las clases dominadas en un orden siempre igual a sí mismo.
Trazando algunas líneas podríamos proponer que la Sociedad Rural y el diario La Nación podrían ubicarse –¡que novedad!- dentro de la matriz liberal mientras que la Iglesia Católica y las elites políticas tradicionales dentro de la matriz conservadora. Ambos, liberales y conservadores, que en principio están muy alejados en sus posicionamientos, se tocan en el punto señalado: consideran el conflicto una fuerza exterior que irrumpe en el armonioso devenir social. Hoy se piensa desde estos sectores que el gobierno K es el germen de la discordia en una sociedad “sana”.
Cuando una palabra, un concepto, una idea tiende a aparecer sistemáticamente en el discurso de un candidato y de una fuerza política deberíamos pensar en profundidad qué es lo que nos quiere decir. Y esto va más allá de un juego de palabras o de un mero ejercicio intelectual. En realidad lo que deberíamos preguntarnos es: en una sociedad en la cual la conflictividad es inherente a las relaciones económicas y políticas que la reproducen, lograr la concordia, ¿no significaría desde cualquier punto de vista acallar uno de los polos del conflicto? Y visto que ambas matrices de pensamiento –tanto el liberalismo como el conservadurismo- tienden a favorecer a los económicamente poderosos ¿no es DEMASIADO OBVIO cual va a ser el polo del conflicto acallado en aras de lograr la tan preciada armonía social?



Analía Godoy

6 comentarios:

  1. muy pero muy bueno !!! el pueblo tendria que tomar esta actitud critica en la mayoria de las situaciones de su vida y en ese momento tal vez pueda divisar lo que se esta haciendo en nuestro pais con los gobiernos de nestor y cristina. falta mucho , eso no es noticia , pero ya es hora de caer q estamos en el mejor de los caminos, el mejor desde hace muchisimos años y no podemos dar ni un paso atras...
    un abrazo grande y sigan asi compañeros!

    Alfredito "caño" Rodriguez

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  2. La promsea de armonía social como argumento electoral está presente en la mayoría de los discursos políticos implícita o explícitamente, aunque en la práctica, no todos los gobiernos (éste sí) se hacen cargo de las contradicciones económicas de la sociedad y utilizan el Estado para confrontar abiertamente. Quiero decir, la práctica nos demuestra que el discurso son palabras y no hechos, una obviedad que hace falta destacar cuando, hay que reconocerlo, muchas de las batallas ideológicas que se llevan a cabo en el terreno del discurso este gobierno las combate también en la arena.

    Sin embargo, como dice el amigo "Caño" Rodríguez, y como se suele decir desde una actitud no conformista (la cual siempre aplaudo), falta mucho, y estoy de acuerdo. Si me preguntan cuál es el camino, no estoy seguro de mi respuesta, pero si de algo estoy seguro es de que no quiero transitarlo con el cabezón, ni con su jermu, ni con Biolcati, ni con Magnetto ni con con el capitán Freezer.

    Aunque me queda la espina de la "armonía social". ¿Jamás será posible algo semejante? Si como argumenta el artículo, y toda una tradición, es una cuestión social-cultural (como quieran llamarla) y no natural, eso en el fondo es esperanzador. Decir que el conflicto es la esencia misma de la sociedad ¿quiere decir que no existió, ni existe ni existirá sociedad en la que no existan los conflictos? Siempre me confundió un poco eso... para mí es lo mismo que decir que el conflicto es natural, que el ser humano es egoísta naturalmente, que eso jamás será de otra manera, que es una cuestión de supervivencia, etc, etc, etc, porque, que yo sepa, no sabemos vivir de otra forma que no sea en sociedad. En el fondo las cosas se parecen más de lo que quisiéramos.

    Por ahora seguiremos viviendo en capitalismo... mientras tanto yo y mi ingeniudad seguiremos soñando con un mundo en paz y en pelotas gobernado por las mariposas. Y hasta entonces, larga vida a la presidenta.

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  3. "armonia social", reprimir al que produzca disturbios, al que altere el orden, la paz y la justicia. (que asco)

    Para las voces "dominantes" eso no es dictatorial y reprimir no es atentar contra la libre expresión.
    Es sencillo darse cuenta a que intereses va a responder. No solo desde el campo politico actual, sino mas profundamente, desde lo ideologico. A duhalde y a Magnetto no los une simplemente "oponerse al gobierno actual", lo une su visión de como se debe actuar, son lo mismo. Clarín es la voz de Duhalde y Duhalde la politica de Clarín. Mi humilde opinion.. Mauro Zeolla

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  4. Primera instancia, un lujo inagurar esta seccion así, muchas gracias.

    Segundo estoy de acuerdo con la discución, el conflicto en una sociedad de clases (o no) es inerente a la misma y en democracia se dice que este conflicto se "procesa" por caminos institucionales.

    El prometer armonia demuestra una ignorancia que no puedo menos que sospecha de ella, aunque creo que disfraza la defenza de los intereses del poder del privilegio.

    saludos,

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  5. Gracias Cumpas por esta excelente nota y comentarios, tan necesarios a la hora de ganar la Batalla Cultural, que es la más importante que nos toca dar. Me llevo esta nota para publicar.

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  6. La esencia de una sociedad es su comunión (común+unión). De lo contrario, no existe la sociedad como tal, sino apenas un conjunto de individuos que, a los sumo, se agrupan para defender sus propios intereses (algo así como una patota). Plantear que la sociedad es, en sí misma, el resultado de una contienda es un atentado al sentido común: sin "spirit du corp" no hay sociedad.

    Yendo al extremo, supongamos que podemos eliminar (por el medio que más cómodo les resulte) a todos los elementos "conflictivos" de la sociedad. Qué nos queda ? Otra sociedad, más pequeña que la inicial. Si concebimos la sociedad como conflicto, necesariamente tenemos que pensar que, en esa sociedad más pequeña también será necesario separa a los elementos conflictivos, y así sucesivamente hasta que quede, apenas, un único individuo que haya logrado "aislar" a todos los elementos conflictivos de la sociedad.... Y, se me ocurre, que una sola persona no podría, en sí misma y por definición, ser considerada "una sociedad"... Así, para que exista una sociedad, tiene que, al menos haber un objetivo común, lo cual se da de bruces con lo que expone el, a mi juicio errado, artículo.

    Me parece que le están pifiando al bulto, pero feo, feo...

    Saludos,
    Martin

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