domingo, 3 de abril de 2011

EVITA, El amor por Perón y por su Pueblo (III)



Eva amaba a su pueblo tanto como amaba a Perón, porque de alguna forma para ella eran lo mismo. Perón fue quien condujo la epopeya del 17 de Octubre, quien llevo al pueblo a colocarse en la ruta de su propia liberación. Ella sentía una admiración por Perón y lo hacia explicito, en sus discursos y en sus escritos también.


LAS PRIMERAS SOMBRAS

La mayoría de los hombres que rodeaban entonces a Perón creyeron que yo no era más que una simple aventurera. Mediocres al fin, ellos no habían sabido sentir como yo quemando mi alma, el fuego de Perón, su grandeza y su bondad, sus sueños y sus ideales. Ellos creyeron que yo "calculaba" con Perón, porque medían mi vida con la vara pequeña de sus almas. Yo los conocí de cerca, uno por uno. Después, casi todos lo traicionaron a Perón, algunos en octubre de 1945, otros más tarde. Me di el gusto de insultarlos de frente, gritándoles en la cara la deslealtad y el deshonor con que procedían o combatiéndolos hasta probar la falsía de sus procedimientos y de sus intenciones. Yo me quedé sola junto a mi coronel hasta que se lo llevaron prisionero. Desde aquellos días desconfié de los amigos encumbrados y de los hombres de honor y me aferré ciegamente a los hombres y mujeres humildes de mi pueblo que sin tanto "honor", sin tantos títulos ni privilegios saben jugarse la vida por un hombre, por una causa, por un ideal. ¡O por un simple sentimiento del corazón! Aquellas primeras grandes desilusiones me hicieron ver con claridad el camino: Perón no podía creer en nada ni en nadie que no fuese su pueblo. Desde entonces se lo he dicho infinitas veces en todos los tonos de voz como para que nunca se le olvide, en medio de tantas palabras con que mienten su honor y lealtad los hombres que rodean por lo general a un presidente. Los pueblos de la tierra no sólo deben elegir al hombre que los conduzca: deben saber cuidarlo de los enemigos que tienen en las antesalas de todos los gobiernos. Yo cuidé por mi pueblo a Perón y los eché de sus antesalas, a veces con una sonrisa, y a veces también con las duras palabras de la verdad que dije de frente con toda la indignación de mi rebeldía.


Decir públicamente que Perón vino a liberar al pueblo, que lo ama y que también ama su pueblo y por eso pelará contra todos los que se enfrenten a Perón, no era inocente. Habia que tener al lado a una mujer como Evita, con ese carácter y sabiendo lo que ella generaba. Al depositar tanta adoración sobre Perón lo único que hacia era marcarle un camino. Evita escribe:


"No me atrajeron ni su figura ni los honores de su cargo y, menos, sus galones de militar. Desde el primer momento yo vi su corazón, y sobre el pedestal de su corazón, el mástil de sus ideales sosteniendo cerca del cielo la bandera de su Patria y de su Pueblo"  


Perón debía demostrarle todos los días que él era ese que Evita describía y que ella amaba. Ella lo repite constantemente, en todos sus discursos. Y Perón debe demostrárselo constantemente en todas sus decisiones.


Matias Zeolla
CONVERGENCIA
Nacional y Popular

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